martes, 30 de octubre de 2012

            Todo ser humano tiene derecho a la libertad de expresión y pensamiento, no pudiendo ser perseguido por sus ideas o declaraciones” (Declaración de los Derechos Humanos)
Al día siguiente de mi ingreso en el centro psiquiátrico cerrado, llegaron dos nuevos pacientes: Hada y Camarón
Hada aun estaba cohibida, pero Camarón era un hombre con ganas de expresarse. Su mecanismo: el canto.
            Lástima que el canto sea una actividad totalmente prohibida en ese sitio, porque “es un hospital, y molesta”. Pero, en palabras de Buen Rollo: lo que me jode es que éste hombre se está expresando, y dicen que es ruidoso, pero las enfermeruchas de turno están viendo en la tele a tertulianos dando gritos, y eso es lo que me molesta, no que cante”
            Camarón seguía cantando, a petición de los pacientes. Y el personal seguía reprendiéndonos por ello (a gritos, que es el único método que tienen)
“Éste hombre se está expresando, dejadle en paz”, fue la respuesta de algunos. “Está molestando”, fue su respuesta. Sí, estaba interfiriendo en su sesión de café y TV a todo volumen.

Y Camarón, con el apoyo de los demás pacientes, siguió expresándose. Y esta muestra de rebelión durante una semana hizo que ellos sacasen sus armas: ya le habían puesto una inyección a los dos días de llegada. “NO EXISTE EL DOLOR” fue su clamor. Era un hombre fuerte, un superviviente, y la inyección no le hizo efecto: siguió cantando. Pero la segunda inyección, la de una semana después hizo enfermar a Camarón. El ritual fue similar al de Fr, los trabajadores no hicieron caso y entere Hada y yo le dejamos en su habitación…una clara omisión de auxilio por parte de los enfermeros y celadores.

Pero ése segundo día es para recordar, porque con rifles no se matan palabras, ni con medicinas, expresiones. La comida fue alegre, gracias a los dos nuevos pacientes, a pesar de las continuas reprimendas y las órdenes de los celadores.

También nos estaba prohibido bailar, cosa que también descubrí ese día. Aun así, seguíamos cantando y bailando, algunos con más ganas, otros cohibidos
Seguiré contando más historias. Y larga vida a Camarón y sus cánticos de guerra. Y a los trabajadores: leeros los derechos humanos, y tratadnos como tales

Lilith

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